Violencia y violar tienen raíces comunes


La ley no es sino un pacto que todos aceptamos cumplir. Cuando la ley se viola, se está ejerciendo violencia. Muera o no alguien, es irrelevante: romper la ley es ejercer violencia. Y cuando los que solo conciben moverse por la vida violando leyes no lo dejan de hacer, los demás que sí obedecen el pacto, tienen derecho a que los que no obedecen el pacto sean detenidos.

Pero para lograr que sean detenidos es necesario que ellos estén de acuerdo en que se les detenga. Parte del pacto incluye el castigo para quienes lo han violado. La acción que la sociedad autoriza para los que violan la ley —los que ejercen violencia— será tan pacífica o tan beligerante como la resistencia que ofrezcan los que han violado la ley, cuando se les arresta.

El sistema judicial existe para que los que sienten que han sido detenidos injustamente, se defiendan. Cuando las fuerzas armadas llegan, en nombre de la sociedad entera, a avisar que deberán dejarse llevar para ser juzgados los que son sospechosos de haber violado leyes, un combate solo se dará cuando los sospechosos traten de resistir su arresto. De lo contrario, no habrá combate. La violencia no puede ser comenzada del lado de los que representan los intereses de la sociedad. Las fuerzas de la sociedad solo aplican métodos coercitivos cuando los sospechosos se resisten.

Los métodos coercitivos de las fuerzas que actúan por mandato de la sociedad, del Estado y a favor de la ley, jamás pueden ser llamados violencia, sino ejercicio de la fuerza pública. Cuando un gobierno decide ejercer métodos coercitivos contra grupos de sospechosos de haber violado leyes, no se trata de una guerra, sino de la aplicación o ejercicio de la fuerza autorizada por las leyes de la sociedad para hacer que los sospechosos de delinquir puedan ser llevados a juicio.

El asunto es que, si las fuerzas de la sociedad son atacadas con violencia por los sospechosos, el pacto social o la ley, permite y obliga a las fuerzas que representan los intereses de la justicia en la sociedad, a perseguir y, en forma coercitiva, hacer que los sospechosos sean llevados ante el sistema judicial. La respuesta de las fuerzas armadas solo se dará si los sospechosos se resisten al arresto.

No importa qué términos usemos, el asunto siempre queda igual: la violencia de los sospechosos de crímenes solo puede combatirse o detenerse por medio de métodos coercitivos que solo se aplican después de solicitar verbalmente de los sospechosos que estos se entreguen. Los sospechosos lo son de violencia, esto es, de violación del pacto acordado por todos.

Es obligación legal —bajo pena de violación de leyes— que el gobierno ordene combatir por los métodos coercitivos a los sospechosos de haber perpetrado acciones que violaron leyes. No se puede llamar jamás “guerra”, sino simplemente la aplicación de los métodos aprobados por la sociedad a través del sistema legislativo para combatir a quienes son sospechosos de haber violado leyes.

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