Mexicano del PAN le reclama a Estados Unidos lo de la Cannabis

Oxipano es un mexicano formado en las filas del PAN casi desde su nacimiento. Aprendió que el ciudadano debe cumplir con la ley, no simular que la cumple. Capuso es un norteamericano republicano regular. Nació en los Estados Unidos y aprendió que el libre comercio es la base para que todos los pueblos crezcan. También aprendió que es muy válido hacer todo lo posible para que sea su país el que tenga siempre las de ganar, aunque para ello sea necesario introducir todo género de subterfugios y simulaciones.

—Oye, cabrón —le dice molesto Oxipano a Capuso— esta vez sí que me chingaste. Ahora tú vas a producir tu marihuana. Entonces, ¡la legalizas, weputa! ¿Te das cuenta?

—Pos ni modo, Oxipano —dice con cara de cínico Capuso—. Así es la vida. Ganamos los más listos siempre, ¿no crees? Es hora de que lo vayas aprendiendo.

—No, cabrón, ahora quiero que me digas por qué durante tantos años nos hiciste creer en la importancia de tu dichosa certificación. ¿Ya se te olvidó, cabrón?

—No, ¡qué va! No se me olvidaría jamás. Era la forma más perspicaz de provocar que todos ustedes le pararan a la producción de la mota que tanto nos gusta en nuestro país. A cambio de ello, nosotros les daríamos préstamos.

—Sí, cabrón Capuso. Eres un gran weputa, ¿sabes?

—¿Y por qué, Oxipanito? ¿Acaso no es justo hacer su lucha?

—Sí, hacer la lucha, sí, pero no a base de mentiras. Me mentiste, Capuso, cuando dijiste que la certificación de país era para que nosotros combatiéramos la producción de las drogas. Tú sabes que la mayoría de las acciones violentas, en las que resulta gente muerta, son por la marihuana, cabrón Capuso. Tú lo has sabido siempre: 85%, por marihuana.

—Bueno, pues, ni modo mi Oxipanito, ¡cuánto lo siento! ¡Así es la vida! Ya, supéralo y sigue tu camino.

—En el caso de México, Capuso, nos chingaste la historia, cabrón weputa. El sexenio durante el cual se combatió al crimen que tú decías que deberíamos combatir para que nos certifiques, cuando de verdad lo hicimos como se debe y no solo simulando para aparentar que estábamos haciendo las cosas para darte gusto con tu dichosa certificación de mierda, es ¡cuando perdió el partido de la gente que cree que las cosas deben hacerse y no solo simular que se hacen! ¿Te das cuenta, pendejo anti mexicano? ¿Te das cuenta, Capuso de mierda, lo que nos has hecho?

—No te molestes, mi querido Oxipanito, no te me molestes. Mira qué bien te fue, en cambio. Tienes la economía más sólida del mundo…

—Sí, cabrón, pero no pude crecer porque me pasé los últimos 6 años tratando de que la ley se cumpla; los enemigos políticos de este país, los que simulan igual que tu, cabrón Capuso, no me aprobaron las reformas necesarias. Se pasaron los 6 años despotricando en contra de nuestra lucha; se pasaron el tiempo achacándole las grandes cantidades de muertos al gobierno y luego mencionando los 40 o 50 que realmente fueron por errores de nuestras fuerzas armadas. ¿Te das cuenta, Capuso, de cómo nos has chingado? ¡Y ahora comienzas el proceso de legalización de la marihuana!

—Capuso —continúa Oxipano, sin parar— eres un vil cabrón y nos has dado en la madre. Nosotros tenemos buenos productores de la mota esa que tu gente quiere y que ahora se la vas a permitir usar para divertirse. Pero todo lo que tú buscabas, cabrón, era provocar que el tiempo pasara para que tu gente aprendiera a producirla. Aún así, Capuso, la nuestra es mejor y te vas a burlar en nuestro NAFTA como siempre te has burlado de todo. Sabes bien que NAFTA, en sus principios, hubiera permitido que la mota pase las fronteras sin violencia y bajo tu control cabrón. Pero no, lo que tú buscabas era que destruyéramos nuestra planta productiva para que tú crearas la tuya propia.

—Ah, cabrón, ¡me descubriste! Después de todo, Oxipanito, no eres tan pendejo. Pero no importa, ya buscaremos la manera de compensarte.

—¡Ni madre, cabrón! Ya nos chingaste. Los que creemos en que la ley no debe simularse, ya nos vamos. El elector mexicano nos sacó creyendo que todo lo habíamos hecho mal, cuando la realidad es otra. Pero fueron los simuladores profesionales de este país los que, junto con los tontos útiles a cargo de los medios masivos, les vendieron a todos los electores que cumplir con la ley era “malo”. ¿Te das cuenta, Capuso cabrón? Y para acabar de joderla, ahora, cuando los que no simulamos hemos perdido, ¡tus estados comienzan a aprobar la producción legal de la marihuana!

Capuso echa una carcajada fuerte y sonora. Oxipano tiene una cara triste; aprieta los labios y mueve la cabeza sin dejar de tener la mirada fija en Capuso.

—De veras, mi ingenuo Oxipano —le dice Capuso, tocándole el hombro con varias palmaditas— ¡cuánto lo siento! Pero, pues, ¡así es la vida!

—Uy, Capuso weputa, ¡te pareces tanto a los que me ganaron esta elección! Tú y ellos saben que “así es la vida”. Saben simular tan bien los dos. ¡Son expertos! Tú sabías muy bien que cuando los certificabas, ellos estaban simulando que combatían al narco, ¿verdad que lo sabías, Capuso cabrón?

—Pues claro, Oxipanito, claro que sí. Lo sabía; sabía que estaban simulando, igual que yo estaba simulando que tenía algún interés en que la mota no proliferara. Sabía que tarde o temprano, la mota proliferaría y que habría tontos útiles, como tú, Oxipano, en hacer imposible la producción en tu país para que así mi país se llevara el mercado, solito. Digo, Oxipano, tú sabes, ¿verdad…? Tú sabes que pronto la mota llegará a tu país bien empaquetadita, con cajetillas bien diseñadas, que son las que envenenarán a tus jóvenes pendejos. A poco no lo sabes…

—Tu cinismo, Capuso, es mayúsculo. Creo que por eso insistes tanto en promover las creencias religiosas. Así les haces creer a algunos que no importa qué tan injusta sea la vida acá, allá, en la otra, todo se compensará. Y sabes que no hay tal infierno; porque de haberlo, a ese lugar te irías al instante mismo de morir, ¿verdad cabrón?

Las carcajadas de Capuso son aún más sonoras. Incluso lagrima cuando se ríe; los ojos le quedan rojos, como si estuviese bajo los efectos de alguna hierba de las que se fuman.

—¿Fumaste mota, cabrón? —le pregunta Oxipano, ahora con cara un tanto de persona molesta.

—Siempre lo he hecho… Tú deberías probarla. ¡Te relaja!

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