"Políticos, no pasan", sociedad civil yucateca

O lo que es lo mismo: "Si hay político, no entro... me voy". ¿Qué pasa?

Ya compraron la fórmula: "todos son iguales". Son esas mentirillas que se repiten miles de veces hasta que la gente en general, a fuerza de oírlas por muchos medios, termina por olvidar de dónde salieron y comienza a "sentir" que "así es la realidad".

Esto no es un diálogo con los nihilistas: con ellos todo está mal. Son tema de otra ocasión y puede ser que en muchas cosas que insinúan tengan todita la razón. Lo malo es que a fin de cuentas están terriblemente mal ubicados.

Pero sí es una plática con —no "a", sino "con"— los ciudadanos(as) que han comprado la idea de que en México solo las causas emprendidas por personas que no sean políticos(as) —es decir, que no pertenezcan a partido alguno, que no tengan puesto burocrático alguno— pueden ser válidas.

Lo que se llama ahora la sociedad civil incluye en forma irremediable a todos los políticos miembros de todos los partidos políticos. Y, después de algunas reformas constitucionales en el "salinato", aún sacerdotes y ministros de iglesias ya son miembros de la sociedad civil para efectos de acciones ciudadanas.

De hecho, un miembro de las fuerzas armadas es parte de la sociedad civil cuando no porta el uniforme o no se encuentra en alguna misión propia de su ocupación o servicio.

Entonces, pues, ¿de dónde ha salido la descabellada idea de que hay que dividir tajantemente a los ciudadanos mexicanos en "Sociedad Civil" —por un lado— y "Políticos" —por otro? ¿Quién lanzó esta idea? Quien sea que lo haya hecho tiene una grave responsabilidad civil, porque ya logró tergiversar las cosas de tal manera que ahora debemos regresar a los libros de Civismo de la escuela primaria para entender nuevamente la realidad.

Sucede que, por lo menos en Mérida, fueron movimientos civiles los que tuvieron acogida en un partido político —¿cuál será?— y no en el otro. Sucede que la única forma de acceder a la administración pública a nivel ejecutivo es a través de los partidos políticos. Pero es civilmente insalubre cerrarles las puertas a los servidores públicos —de elección popular o burócratas— a movimientos ciudadanos con objetivos definidos.

"Es que solo van a llevar agua a su molino"... ¿Seguro? O sea que, ¡van a hacer algo bueno! ¿No es así? Entonces, ¿que no lo hagan? No tiene sentido.

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